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La visión de futuro del Perú de JORGE BASADRE GROHMAN

Publicado: 2010-11-16

“EL PERU ES PROBLEMA Y POSIBILIDAD” (1931)

Soy un peruano más que entiende el sentido de la patria como un conjunto de derechos inalienables y al mismo tiempo, como un repertorio de deberes a través de una inmensa diversidad de actividades, cada una de las cuales necesita ser compatible con la legítima existencia de todos. Interrogaré con una única credencial, si hay un camino viable para el Perú, no en un futuro impreciso, sino en los días y años inmediatos, es decir si existe la factibilidad para que nuestros hijos, los hijos de todos, vivan mejor que nosotros” (Basadre, Cade Tacna, 1979).

Quiénes únicamente se solazan con el pasado, ignoran que el Perú, el verdadero Perú es todavía un problema. Quiénes caen en la amargura, en el pesimismo, en el desencanto, ignoran que el Perú es aún una posibilidad. Problema es, en efecto y por desgracia el Perú; pero también felizmente, posibilidad” (Basadre, Perú Problema y Posibilidad, 1931).

“…No olvidemos nunca, y menos ahora, un país es también empresa, proyecto de vida en común, instrumento de trabajo en función del porvenir” (Basadre, Torre Tagle, 1979).

El pensamiento de Basadre fue un pensamiento para este siglo porque trascendió, se basó en los grandes valores nacionales, tuvo por meta el desarrollo integral del país, depositó su confianza en lo que llamó la “patria invisible” o “el otro Perú”; no el Perú oficial, el de los burócratas, de los partidos políticos o del gobierno; sino al Perú que no se ve, “el que está detrás de los andes” (Ángeles Roig Pinto, 2006).

La obra de Basadre es inmensa, y su preocupación por el futuro del Perú se desliza en toda ella. Hasta en los títulos trasmite su visión esperanzadora y optimista sobre el destino promisorio del país: “Perú, problema y posibilidad” (1931), “Meditaciones sobre el destino histórico del Perú” (1947) y “La promesa de la vida peruana” (1943), son algunos ejemplos.  Contribuyó profundamente con la creación de una conciencia republicana de corte peruanista, en especial con su obra monumental “Historia de la República” (1964), donde señala que el Perú ha tomado conciencia del pasado inmediato, para construir con firmeza su porvenir; abarcando temas multidisciplinarios a través de la historia contemporánea peruana, y proyectando una visión optimista de lo que debían ser los cimientos del desarrollo como sociedad nacional peruana.

En sus primeros escritos, señala que existía un “Perú profundo” y otro “Perú oficial” o Estado, que originaba esa contraposición que incidía en el subdesarrollo en que se encontraba en las décadas de los 40 y 50 del SXX. Para Basadre, la Nación encerraba valores y un proyecto llamado “promesa”, idea que deriva del historicismo alemán, que era una teoría futurista y hasta utópica, que también Ortega y Gasset empleó. La concepción de “Perú profundo”, estuvo inspirada en el escritor francés Charles Péguy. La promesa residía según Basadre en el proyecto de la independencia de 1821 (justicia social básicamente). Propone la idea de patria, para superar la contraposición de Estado y Nación de ahí surge el concepto de peruanidad, pues la nación es sólo una promesa que no ha llegado totalmente a cumplirse. Toma de Georges Gurvitch el concepto de “mística del destino nacional”.

Su contribución a la visión de futuro del Perú, radica precisamente en la variedad de disciplinas que investiga críticamente, desde el derecho, educación y política hasta aspectos diplomáticos y militares; que con los años va cambiando y reinterpretando de manera general; que el mismo Basadre calificó como “Teoría del Perú”, cuya hipótesis es su historiografía. Por eso, que cuando en 1931 señaló que Perú era un problema pero también posibilidad, estaba implicando esa posibilidad de un mejor futuro desde un presente: “más que amor al pasado urge el amor al porvenir, no porvenir utópico e idílico” (El porvenirismo en la historia peruana). En un artículo titulado “El paraíso del Nuevo Mundo”, Basadre habla de “un sueño del paraíso futuro” (1943), y luego en “Meditaciones sobre el destino histórico del Perú” (1947), la palabra destino alude a un poder inexorable, casi determinista sobre un futuro promisorio del Perú.

En 1979, en un discurso del Cade (15 de noviembre) dijo: “El Perú, con todos sus males y sus amenazas coincidentes ha sobrevivido como si su mensaje aún estuviera por decir, como si su destino aún no estuviese liquidado, como si llevase, consigo una inmensa predestinación...” Aquí destino y predestinación conllevan un fuerte sentido de direccionalidad de carácter historicista. Pero ya antes en Torre Tagle, ese mismo año, había dicho:  “… el Perú evidencia su actitud para proyectarse en una dimensión de futuro dentro de la búsqueda de la maduración tantas veces anhelada para convertirse por fin en una morada mejor para nuestros hijos”. Basadre buscada rescatar una conciencia republicana de esperanza, sobrevivir y contrarrestar el derrotismo y cinismo que se había enquistado en las primeras décadas del SXX, creando y difundiendo una visión total y optimista del destino histórico del Perú. Una visión historicista y genealógica del Perú, que se nutre del historicismo alemán. De ahí que cuando propuso el término de “Perú profundo”, esta aludiendo a la transferencia al suelo peruano de la noción historicista y dualista alemán de “pueblo-raíz” (Grundvolk).

Su idea de nación peruana va forjándose dentro de ese historicismo, por eso que en 1941 escribe “La idea de que una nación necesita tener comunidad de raza, de sangre, de idioma, o de intereses económicos en su población, corresponde a un momento en que se atribuyó excesiva importancia a las ciencias naturales. La nación es un fenómeno histórico y la historia no es una ciencia de la naturaleza. Suelo, idioma o sangre pueden formar el cuerpo de la nación, pero la explicación de este concepto no resulta viable a través de las cosas naturales. La nación dice un pensador de nuestros días, esta encima de las realidades naturales y de toda cosa concreta; porque la nación es creación exclusivamente humana… Ha habido, hay y puede haber países carentes de comunidad de raza, de sangre, de idioma o de intereses económicos… Lo que ocurre en el caso nuestro es que dicho experimento se ha realizado en una época demasiado cercana”. Y en 1980 diría: “sólo aquello que tiene un futuro posee un pasado fecundo. Por eso para la Patria, que es totalidad en el espacio y continuidad en el tiempo, comunidad de destino y convivencia en el presente; el ayer vale si sus vibraciones repercuten aquí y se prolonga más allá… He aprendido que el Perú marcha dentro de una realidad multiétnica y una gran pluralidad de características y dentro de una trayectoria…” (Correo, julio 1980).

La expresión “Perú profundo”, con tradición francesa, aparece en Basadre en 1947, en “Colofón sobre el país profundo”, un anexo a la edición de su ensayo “La multitud, la ciudad y el campo”. Dice ahí que el Estado es el “país legal” y la nacionalidad es el “país profundo”, pero no sólo se refiere al Perú andino o indígena, sino a la nación con sentimiento y voluntad de pertenencia al territorio, a su lengua, a su sociedad, a sus costumbres y a su pasado; que lo siente suyo; y con el cual se identifica. En una palabra, Patria, que aglutina a una comunidad en torno a un proyecto destinado a la felicidad de los ciudadanos, de inspiración francesa, que en este SXXI, implica la búsqueda de justicia social, mejora de calidad de vida y respeto a los derechos humanos, entre otros ideales y concreciones. Por eso que se cree es más apropiado hablar de peruanidad, que de nacionalidad peruana; aunque otros señalan que la Patria es el símbolo de la nación.

En conclusión, la visión de futuro del Perú que Basadre propone, a través de toda su obra literaria, es de una Patria con justicia social, sin distinción de raza, credo o idioma; orgullosa de su legado histórico, consciente de sus retos geográficos, sociales y políticos; pero destinado a ser un país próspero, precisamente como posibilidad derivada de la diversidad que ya en el epílogo de su vida reconocía, como el motor más poderoso de esa continuidad histórica, que se proyectaba firme y segura al porvenir venturoso y feliz. Es una visión optimista y esperanzadora del Perú, más de un filosofo que de historiador; con una aparente utopía: El Perú promesa y posibilidad, que él consideraba accesible; creyendo en la fortaleza de ese Perú profundo e invisible. Parece que el tiempo le está dando la razón, cuando vemos el desarrollo de los conos y la emergente sociedad de inmigrantes provincianos.


Escrito por


Publicado en

Andrés Acosta

General del Ejército Peruano en retiro