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¡Como comenzar a cambiar! (2ª parte)

Publicado: 2011-02-17

El General norteamericano Donn A. Starry identificó una serie de requisitos previos para ejecutar cambios ordenados:

-Debe existir una dependencia o mecanismo para identificar la necesidad de cambio, diseñar los parámetros para este cambio y describir claramente qué es lo que se tiene que hacer y cómo eso es diferente de lo que se hizo anteriormente.

-Debe haber una rigurosa base educacional común entre los principales integrantes del Comando responsable del cambio y sus Estados Mayores, para producir un criterio común en la solución de los problemas y una estructura estable con la cual los cambios puedan ser implementados sin interrumpir la configuración total y la continuidad del sistema.

-Debe haber un vocero o portavoz del cambio, que puede ser una persona, uno de los innovadores, una institución o una dirección del Estado Mayor.

-Quién sea o lo que sea este vocero, debe establecer un cronograma de difusión para formar un consenso o crear un acuerdo que le brinde a las ideas nuevas, mayores adeptos, opiniones favorables y creyentes que apoyen el cambio.

-Debe haber continuidad de propósito entre los arquitectos del cambio que logre uniformidad de esfuerzo y que el proceso tenga estabilidad en el tiempo.

-El Jefe de la institución o alguien muy cerca de él con cierta capacidad de decisión al más alto nivel, debe estar convencido de la necesidad del cambio por realizar, respaldándolo y defendiéndolo.

-Los cambios propuestos deben ponerse a prueba. Su importancia demostrarse convincentemente a una gran cantidad del público a través del experimento y la experiencia, aceptándose las modificaciones necesarias como resultado de esas pruebas.

La aceptación del cambio es necesaria para hacerlo avanzar, pero no será suficiente para asegurar una selección juiciosa de alternativas o la fácil integración en el sistema militar. Según Starry se necesita un ingrediente final para hacer funcionar el sistema, una base doctrinaria estable, la base filosófica para la organización militar y su enfoque hacia las operaciones militares. Propone que un grupo de militares profesionales con pensamiento creativo se esfuercen en formar una visión de futuro, de cómo serán los conflictos en algún momento en nuestro ámbito regional, y como debería encontrar a las FFAA ese conflicto. Ellos examinarán las tendencias históricas y actuales para visualizar condiciones bélicas futuras en nuestra región (amenazas, áreas geográficas o teatros de interés, estado de la tecnología, fuentes de financiamiento, etc.). De ahí se deducirán métodos para tener éxito desde ahora y para ese período de tiempo en el futuro.

Buenos laboratorios académicos para generar visiones de futuro en las FFAA son las Escuelas Superiores de Guerra, Conjunta  y el Centro de Altos Estudios Nacionales, donde se pueden desarrollar conceptos generales y amplios que incluyan la esencia misma de las aproximaciones militares, manteniéndolas estables por periodos de tiempo más o menos prolongados, funcionando como la base de tácticas, técnicas y procedimientos más transitorios; así como para comunicar ideas dentro de un contexto común, donde los cambios a esta base se realicen de manera dinámica, coherente y armónica; y sólo se implementarán porque son sumamente necesarios.

Sobre la base filosófica estable, tiene que haber una Superestructura doctrinaria de naturaleza dinámica, flexible y que acepte modificaciones en un ambiente de cambio. Pero estas modificaciones no deben ser improvisadas sino producto de un proceso normal y aceptado que aproveche las oportunidades analizadas que se presentan en el tiempo. Se debe realizar una búsqueda constante de oportunidades  y requisitos de cambio, que junto con otro principio relacionado: fomento de la innovación regular  y sistemática; proporcionarán un ambiente estable que apoyarán el cambio racional e inteligente. La Superestructura doctrinaria parte del desarrollo de “requisitos” basándose en la “noción conceptual” de la visión y métodos para alcanzarla (Misión, Objetivos, Políticas, Estrategias, Acciones, Planes, Programas, Proyectos, Presupuestos, etc.).

Los requisitos establecen qué tipo de sistemas de armas necesitaremos, cuando los debemos tener, cómo será el apoyo logístico a ese sistema, que tipo de gente debe operarlo, dónde se debe emplear, entre otros muchos factores a considerar. Con todos estos elementos, los militares con pensamiento creativo, coordinando estrechamente con los que establecieron la base filosófica y desarrollaron los requisitos; empiezan a diseñar nuevas estructuras organizacionales para los nuevos sistemas de armas, los nuevos métodos y nuevas dimensiones humanas, incluyendo los Manuales doctrinarios de Empleo Estratégico, Operacional y Táctico, de estas estructuras. Desarrollada la Superestructura doctrinaria, se regresa al laboratorio académico, se práctica,  se prueba, se ensaya, se discute, en fin, se busca compartir experiencias buscando modificaciones que finalmente permitan organizar las nuevas unidades con Cuadros de Organización y Equipo, al mismo momento que se prevé la llegada del nuevo sistema de armas  con gente ya entrenada en su operación y en la doctrina inicialmente emitida para experimentación.

Aunque los conceptos de una base filosófica estable y de una superestructura doctrinaria dinámica, en apariencia han sido fáciles de describir, su ejecución demandará otro cambio en los profesionales de las FFAA: el cambio de actitud,  para buscar el autodesarrollo, la autorrealización y la profesionalidad cabal, en especial de los Oficiales y de los Técnicos y Suboficiales de las especialidades tecnológicas. Será necesario poseer un entendimiento profundo de la profesión militar, su doctrina y la filosofía subyacente para asegurar que las innovaciones por realizar sean sólidas, viables y compatibles con los principales conceptos. Sin tal entendimiento y un punto de vista común, el cambio fácilmente podría conducir a divergencias a medida que las opiniones difieran y las ideas cambien; dando como resultado una confusión doctrinaria, donde la comunicación clara es casi imposible de realizar  y la unidad de esfuerzo sólo se logra por azar. Es claro que esto no implica una aceptación total, ya que siempre habrá gente escéptica, de cierta forma necesaria para recibir otras perspectivas. En todo caso se debe buscar una actitud positiva hacia la innovación, haciendo que el cambio se reconozca como una característica normal, que si bien pudieran existir desventajas y hasta fracasos iniciales, éstos deberían representar retos para todos los miembros de la institución, en lugar de constituirse en pretexto automático para el rechazo prematuro.

Para  implementar los cambios necesarios hay que tener paciencia y perseverancia, es un proceso de aprendizaje profundo, un ciclo o una rueda que debe estar en constante movimiento que pasa por las etapas de reflexión, análisis o discusión de alternativas, decisión y acción, para luego nuevamente reflexionar sobre los resultados de la acción para saber que modificar y/o mejorar. Y aquí está la clave, saber evaluar los resultados de la asimilación de los cambios de manera realista y en el momento oportuno. El sistema de evaluación debe darnos un juicio completo, ofrecernos una base sólida para la toma de decisiones que estén de acuerdo con la necesidad de perfección. Paralela a la necesidad de una evaluación eficaz, está la necesidad de buenos procesos de adquisiciones, transparentes y debidamente programados de acuerdo a las posibilidades económicas y presupuestales; de tal manera  de asegurar que el sistema de armas adquirido funciona como debe y las corrientes de abastecimiento y mantenimiento están presentes y listos para apoyar.

Sí los cambios o innovaciones están basados en la existencia de un sistema de armas, aún no adquirido o desarrollado, entonces los procesos de desarrollo filosófico, doctrinario y preparación de la gente responsable de su empleo y operación, deberán ser concurrentes con los procesos de adquisiciones, pues sin la sincronización en el tiempo será fácil olvidar y desechar los cambios propuestos. Por último, el proceso de asimilación de los cambios requiere de un sistema de difusión y educación, con medios rápidos y eficaces para comunicar la nueva idea. Las revistas militares, los manuales, los cursos, las escuelas, los periodos de entrenamiento, las conferencias, los seminarios y otros múltiples procedimientos y métodos, deben emplearse para apoyar la asimilación constante y adecuada.

Tenemos que ser conscientes que lograr una capacidad de innovación oportuna, demandará de todos los integrantes de las FFAA mucho esfuerzo y dedicación. En períodos como los actuales, de competitividad, de incertidumbres tecnológicas, de amenazas asimétricas y de cuestionamientos a la necesidad de la existencia de fuerzas militares; debemos reconocer que es tiempo de cambiar hoy y desarrollar nuestra capacidad para ajustarnos a su dinamismo, si queremos supervivir. Las FFAA deben buscar legitimación ya no sólo en términos constitucionales, sino también en términos de eficacia, empleando los recursos que la nación les asigna, de manera óptima para obtener resultados de excelencia; para enfrentar como uno de los integrantes de la sociedad peruana, a una serie de desafíos aún pendientes, como  nación en desarrollo; sí es que aspiramos a una necesaria estabilidad, base del progreso y bienestar general. 


Escrito por


Publicado en

Andrés Acosta

General del Ejército Peruano en retiro